Me atrevería a decir que absolutamente todas las personas que han pasado alguna vez por la Plaza de Armas de Trujillo han volteado a ver la enorme estatua por algunos segundos. También me atrevería a decir que muchos de ellos, incluyéndome a mí, nos hemos preguntado ¿qué miércoles significan esos calatos en pleno centro de la ciudad? Pero apuesto que pocas son las personas que se han fijado en la cantidad de historias que se tejen alrededor de ella. No, no “sólo las empleadas domesticas salen los domingos a pasear”. No, no sólo se colocan arbolitos llenos de luces en diciembre. No, no sólo está llena de fotógrafos que te dice: “Señorita, ¿una foto?” Ni sólo está llena de lustradores de botas, ni sólo de vendedores de chicles, cigarrillos y caramelos. Existe aún más. Aún hay gente que sale a pasear durante el día (a pesar del frío que ya se siente en la ciudad de la eterna primavera), a sentarse en esas bancas de concreto, a caminar por ese piso que parece ser encerado religiosamente todos los días. Hay más, y esto sólo es un poco. Seguiré diciendo que Trujillo es la ciudad más bonita de todo el Perú, estoy enamorada eternamente de ella y punto.
Aquí unas poquísimas tomas que hoy:
Aquí unas poquísimas tomas que hoy:
La pequeña Jessie ya creció y me acompañó a caminar. Gracias enana.